Vuelve el lunes tras el hiato;
vuelve con los ojos llenos de sueño
y con menos sueños posibles,
vuelve funcionarial, rutinario,
como la tormenta tras el rayo,
como un matrimonio.
¿Dónde están las buenas noticias?
El lunes huele a detergente,
a vacío,
a comida congelada.
Los lunes nunca hacemos el amor.
Lunes, tediosa palabra de orden
depurativo y famélico.
No hay poesía los lunes. Ni pescado fresco.
Es lunes, pero te quiero
y eso me salva el mundo.
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